3
para que yo no la despoje desnuda, y la haga tornar como el día en que nació, y la ponga como undesierto, y la deje como tierra seca, y la mate de sed.
2
Anda, y clama en los oídos de Jerusalén, diciendo: Así dice el SEÑOR: Me he acordado de ti, de la misericordia de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada.