Juan 1:2

Este verso refuerza los puntos del primer verso: que la verdad divina no fue creada por o creada después del amor divino que expresa. Los dos son uno: El amor tiene que expresarse como verdad para tener forma; la verdad tiene que expresar el amor para tener sustancia. El amor sin la verdad no es realmente amor; es sólo un sentimiento y un potencial. La verdad sin amor no es realmente la verdad; es sólo un concepto sin objetivo, sin utilidad, sin propósito.

"Dios" representa aquí el deseo de bien del Señor; este verso refuerza entonces que la verdad perfecta y el bien perfecto estaban juntos desde el principio.

También vale la pena señalar que, junto con el "comienzo" definitivo, también hay "comienzos" para cada uno de nosotros, que marcan los momentos en los que decidimos apartarnos del mal y abrirnos al Señor. Este versículo nos asegura que, cuando hagamos ese comienzo, el amor del Señor y la verdad del Señor estarán ahí para nosotros. Y también nos dice que, si queremos empezar de verdad, tenemos que encontrar esa verdad y aferrarnos a ella como la mejor manera de recibir el amor del Señor.