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Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis.
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Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis.
643. 5. Existe una imputación, pero es la imputación del bien y del mal y al mismo tiempo de la fe.
Que existe una imputación del bien y del mal es evidente por varios pasajes del Verbo, de los cuales citaremos aquí de nuevo algunos:
« El hijo del Hombre vendrá y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras » (Mateo 16:27).
« Los que hicieron bien saldrán a resurrección de vida, más los que hicieron mal a resurrección de la condenación » (Juan 5:29).
« Y un libro fue abierto, el cual es de la vida, y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros según sus obras » (Apocalipsis 20:12-13).
« He aquí, Yo vengo presto y mi galardón conmigo, para recompensar cada uno según fuere su obra » (Apocalipsis 22:12).
« Visitaré sobre el pueblo sus caminos y pagaréle conforme a sus obras » Oseas 4:9; Zacarías 1, 6; Jeremías 32:19).
« En el día de la ira y de la manifestación del justo juicio de Dios pagará a cada uno conforme a sus obras » (Romanos 2:5-6).
« Es menester que todos parezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que hubiere hecho por medio del cuerpo, ora bueno, ora malo » (2 Corintios 5:10).
Que la imputación de que aquí se trata es la imputación del bien y del mal es evidente, y en todo lugar del Verbo, donde se trata de imputación, se trata de esta imputación y no de otra. Esta era la ley de la imputación al principio de la Iglesia, y lo será también a su fin. Al principio Adán y su mujer fueron condenados por obrar el mal (significado por comer del árbol de ciencia del bien y del mal, Génesis 2, 3), y al fin de la Iglesia la ley será la misma, porque el Señor dijo:
« Cuando el Hijo del Hombre vendrá en su gloria y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria, y dirá a las ovejas a su derecha: venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo; porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber; fui huésped y me recogisteis; desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel y vinisteis a mí. »
Pero a las cabras a su izquierda, que no habían obrado el bien, dijo:
« Apartaos de mí, malditos; al fuego eterno preparado para el diablo y para sus ángeles » (Mateo 25:31-41).
Es, pues, evidente que la imputación es la misma, es decir, una imputación del bien y del mal. Hay también una imputación de la fe, porque la caridad, que es del bien, y la fe, que es de la verdad, están juntas en las buenas obras, y si no están juntas las obras no son buenas. (Véase 283-286). Por eso dice Santiago:
« ¿No fue justificado por las obras, Abraham, nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar y fue cumplida la Escritura que dice: Abraham creyó en Dios y le fue imputado a justicia? » (Santiago 2:21-23).