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Ezequiel 4:1

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1 Y tú, hijo de hombre, tómate un adobe, y ponlo delante de ti, y pinta sobre él la ciudad de Jerusalén;

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Daniel 9

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1 En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la simiente de los medos, el cual fue puesto por rey sobre el reino de los caldeos;

2 en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años, del cual habló el SEÑOR al profeta Jeremías, que había de concluir la asolación de Jerusalén en setenta años.

3 Y volví mi rostro al Señor Dios, buscándole en oración y ruego, en ayuno, y cilicio, y ceniza.

4 Y oré al SEÑOR mi Dios, y confesé, y dije: Ahora SEÑOR, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos;

5 hemos pecado, hemos hecho iniquidad, hemos obrado impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus juicios.

6 No hemos escuchado a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, y a nuestros príncipes, a nuestros padres, y a todo el pueblo de la tierra.

7 Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como el día de hoy es a todo hombre de Judá, y a los moradores de Jerusalén, y a todo Israel, a los de cerca y a los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que contra ti se rebelaron.

8 Oh SEÑOR, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes, y de nuestros padres; porque contra ti pecamos.

9 Del SEÑOR nuestro Dios es el tener misericordia, y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado;

10 y no escuchamos a la voz del SEÑOR nuestro Dios, para andar por sus leyes, las cuales puso él delante de nosotros por mano de sus siervos los profetas.

11 Y todo Israel traspasó tu ley apartándose por no oír tu voz; por lo cual ha caído sobre nosotros la maldición, y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios; porque contra él pecamos.

12 Y él afirmó su palabra que habló sobre nosotros, y sobre nuestros jueces que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros tan grande mal; que nunca fue hecho debajo del cielo como el que fue hecho en Jerusalén.

13 Según está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y nunca rogamos a la faz del SEÑOR nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades, y entender tu Verdad.

14 Y se apresuró el SEÑOR sobre el castigo, y lo trajo sobre nosotros; porque justo es el SEÑOR nuestro Dios en todas sus obras que hizo, porque no escuchamos su voz.

15 Ahora pues, Señor Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y ganaste para ti Nombre clarísimo, como hasta hoy parece; hemos pecado, impíamente hemos hecho.

16 Oh Señor, según todas tus justicias, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y todo tu pueblo es dado en vergüenza a todos nuestros alrededores.

17 Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos, y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por el Señor.

18 Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestros asolamientos, y la ciudad sobre la cual es llamado tu Nombre; porque no derramamos nuestros ruegos ante tu presencia confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias.

19 Oye, Señor. Perdona Señor. Está atento, Señor, y haz; no pongas dilación, por ti mismo, Dios mío; porque tu Nombre es llamado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.

20 Aún estaba hablando, y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante del SEÑOR mi Dios por el monte santo de mi Dios;

21 aún estaba hablando en oración, y aquel varón Gabriel, al cual había visto en visión al principio, volando con vuelo, me tocó como a la hora del sacrificio de la tarde.

22 Y me hizo entender, y habló conmigo, y dijo: Daniel, ahora he salido para hacerte entender la declaración.

23 Al principio de tus ruegos salió la palabra, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres varón de deseos. Entiende, pues, la palabra, y entiende la visión.

24 Setenta semanas están determinadas (Heb. cortadas ) sobre tu pueblo y sobre tu Santa Ciudad, para acabar la prevaricación, y concluir el pecado, y expiar la iniquidad; y para traer la justicia de los siglos, y sellar la visión y la profecía, y ungir el lugar santísimo.

25 Sepas, pues, y entiendas, que desde la salida de la palabra para hacer volver el pueblo y edificar a Jerusalén, hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas, entre tanto se tornará a edificar la plaza y el muro en angustia de tiempos.

26 Y después de las sesenta y dos semanas el Mesías será muerto, y nada tendrá: (y el pueblo príncipe que ha de venir, destruirá a la ciudad y el santuario; cuyo fin será como avenida de aguas ; hasta que al fin de la guerra sea talada con asolamiento.)

27 En una semana (son ya setenta) confirmará el pacto por muchos, y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y el presente; y a causa de la multitud de las abominaciones vendrá desolamiento, hasta que perfecto acabamiento se derrame sobre el pueblo abominable.

   

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Arcana Coelestia # 276

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276. That 'eating bread with sweat on the brow' means strong dislike of what is celestial becomes clear from the meaning of 'bread'. Bread is used to mean everything spiritual and celestial, which is the food of angels, and if they were deprived of it they would cease to live, as a person deprived of bread or food ceases to do. That which is celestial and spiritual in heaven also corresponds to bread on earth, and is also represented by bread, as is clear from many places [in the Word]. That the Lord is Bread, because He is the source of everything celestial and spiritual, He Himself teaches in John,

This is the Bread which came down from heaven; anyone who eats this Bread will live forever John 6:58.

This also is why bread and wine are the symbols used in the Holy Supper. This same celestial [or spiritual) was also represented by the manna. That what is celestial and spiritual is the food of angels is clear also from the Lord's own words,

Man will not live by bread alone, but by every word that proceeds from the mouth of God. Matthew 4:4, that is, from the life of the Lord, who is the source of everything celestial and spiritual.

[2] The final generation of the Most Ancient Church which came immediately before the Flood and which is the subject here was so perverse and immersed in sensory and bodily interests that they did not wish to hear what the truth of faith was, nor what the Lord's coming to save them would be. And if these matters were ever mentioned they did not like it at all. This strong dislike is described as 'eating bread with sweat on the brow'. It was similar with the Jews; being people who did not acknowledge heavenly things, and who wished for a purely earthly Messiah, they inevitably found the manna distasteful, since it was a ration of the Lord; and they called it worthless bread. This was why serpents were sent among them, Numbers 21:5-6. Furthermore the heavenly things, which they obtained in adversity, in affliction, and with tears, were called by them the bread of adversity, the bread of affliction, and the bread of tears. 1 Those things which men obtained but strongly disliked are described in the present verse as 'the bread of the sweat on his brow'.

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Thanks to the Swedenborg Society for the permission to use this translation.