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Levítico 13:10

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10 Y el sacerdote mirará, y si pareciere tumor blanco en la piel, el cual haya mudado el color del pelo, y se descubre asimismo la carne viva,

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La Verdadera Religión Cristiana # 507

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507. 13. Recuerdo

RECUERDO. Una vez conversando con ángeles, hablamos finalmente de la concupiscencia del mal, en la cual todo hombre se halla por nacimiento. Uno de ellos dijo: « Los que se hallan en concupiscencia nos parecen necios, pero a ellos mismos (en el mundo de los espíritus) parecen sabios en el más alto grado; por lo cual, con el fin de apartarlos de su insensatez, son alternativamente introducidos en ella y en su racionalidad que está en sus exteriores; en este último estado ven, reconocen y confiesan su insensatez; sin embargo desean volver desde su estado racional a su estado insano, y en éste se introducen también como quienes cambian lo obligatorio y desagradable por lo que es libertad y goce; por consiguiente, lo que para ellos es interiormente agradable no es la inteligencia, sino la concupiscencia. Hay tres amores universales, que desde la creación constituyen el hombre; el amor al prójimo, que asimismo es el amor de realizar usos y provechos (este amor es espiritual); el amor al mundo que es el amor de poseer riquezas (este amor es material) y el amor a sí mismo, que es el amor de mandar sobre otros (y este amor es corpóreo). El hombre es verdadero hombre si el amor al prójimo, o sea el amor de realizar usos y provechos forma la cabeza, el amor del mundo o sea el amor de poseer riquezas, el pecho y el abdomen, y el amor a sí mismo, o sea el amor del dominio, los pies y sus plantas. Pero si el amor al mundo forma la cabeza, el hombre es como un jorobado, que difícilmente puede levantar la vista al cielo, y si el amor a sí mismo forma la cabeza es como uno que anda sobre las manos, los pies al aire. Cuando el amor de realizar usos y provechos forma la cabeza, el espíritu del hombre aparece en el cielo con rostro angelical y la cabeza rodeada de un hermoso arco iris, pero si el amor al mundo forma la cabeza, tiene, visto del cielo, el aspecto pálido de un difunto, con un círculo amarillo alrededor de la cabeza, y si el amor a sí mismo forma la cabeza, aparece, observado desde el cielo, con rostro de un fuego sombrío y la cabeza rodeada de un círculo blanco » . Pregunté lo que significaban los círculos alrededor de la cabeza y contestaron: « Representan inteligencia: el círculo blanco alrededor de la cabeza y el rostro de fuego sombrío significa, que la inteligencia de éste se halla en sus cosas exteriores y alrededor de él, mientras que en su interior sólo hay locura y además significa que el hombre, que es así, es sabio, cuando está en el cuerpo, pero insano cuando está en el espíritu, porque ningún hombre es sabio en el espíritu, sino por el Señor, y sólo cuando es regenerado y creado de nuevo por El. » Cuando acabó de hablar se abrió la tierra hacia la izquierda y por la abertura vi subir a un demonio con rostro de fuego sombrío y un círculo blanco alrededor de la cabeza. Pregunté: « ¿Quién eres? » y respondió: « Soy Lucifer, el hijo de la mañana, y por querer igualarme al Altísimo fui precipitado, según la descripción, que de mí es dada en el capítulo catorce de Isaías » . No era aquél Lucifer, pero se imaginaba que lo era. Le dije: « Si eres Lucifer y fuiste precipitado ¿cómo puedes volver a subir del infierno? » Respondió: « Allí soy un demonio, pero aquí soy un ángel de la luz; ¿no ves mi cabeza rodeada de un círculo blanco? Verás también, si quieres, que soy moral entre los morales, racional entre los racionales y hasta espiritual entre los espirituales. He sido también predicador. » Pregunté: « ¿qué has predicado? » y respondió: « He predicado contra los defraudadores, adúlteros y contra todos los amores infernales; entonces llamaba a mí mismo, siendo Lucifer, un demonio, y juré falso, en contra de mí mismo, como tal, y por esto fui exaltado hasta el Cielo con alabanzas; esta es la razón por la cual fui llamado el hijo de la mañana; y—lo que me extrañaba—cuando estaba en el pulpito no tenía idea alguna de que no hablaba con exactitud y propiedad en cuanto a mí mismo; pero la causa de esto supe luego, y era ésta: Me hallaba entonces en mis cosas exteriores y éstas estaban separadas de mis interiores, pero por más que esto me fue manifestado, no podía cambiar, sino que me enaltecía sobre el Altísimo y me oponía a El. » Finalmente pregunté: « ¿Cómo podías hablar así siendo tú mismo un defraudador y un adúltero? » Contestó: « Soy una persona cuando estoy en mis exteriores y otra cuando estoy en mis interiores, o sea en el espíritu. En el cuerpo soy un ángel, pero en el espíritu soy un demonio; porque en el cuerpo me hallo en el entendimiento, pero en el espíritu me hallo en la voluntad, y el entendimiento me eleva hacia el cielo, mientras que la voluntad me arrastra abajo al infierno; y mientras me hallo en el entendimiento un círculo blanco rodea mi cabeza, pero cuando el entendimiento se abandona totalmente a la voluntad como esclavo suyo y es dominado por ella, lo cual es nuestra suerte final, entonces el círculo se obscurece y desaparece y cuando esto tiene lugar no puedo ya ascender a esta luz. » Luego, al ver los ángeles, que estaban conmigo, mostró de repente grande excitación, que se manifestaba en su rostro y en su voz, mudase su color en negro hasta incluso el círculo blanco, que rodeaba su cabeza, y deslizase abajo al infierno por la abertura por la cual había subido. Por lo que habían visto y oído, concluían los presentes, que el hombre es de la cualidad de su voluntad, y no de la de su entendimiento, por cuanto la voluntad con facilidad prevalece contra el entendimiento, inclinándolo hacia sí y haciéndolo su esclavo. Pregunté entonces a los ángeles: « ¿De dónde tienen los demonios su racionalidad? » y contestaron: « De la gloria del amor a sí mismo, porque este amor está rodeado de una gloría, que es el resplandor de su fuego; y esta gloria eleva el entendimiento casi hasta la luz del cielo, siendo así que en todo hombre el entendimiento puede ser elevado según sus conocimientos, pero no así la voluntad, excepto por medio de una vida en conformidad con las verdades de la Iglesia y con la razón humana. De ahí que los ateos, quienes se hallan en la gloria de la fama por el amor a sí mismos y por consiguiente en el orgullo de su propia inteligencia, disfrutan de una racionalidad más excelente que muchos otros, pero sólo mientras están en el pensamiento del entendimiento, no cuando se hallan en el amor de la voluntad, y el amor de la voluntad posee el hombre interior, mientras que el pensamiento del entendimiento domina en el hombre exterior. » Los ángeles dijeron además que la razón por la cual el hombre es constituido por los mencionados tres amores, es decir, el amor al uso y provecho, el amor del mundo y el amor a sí mismo, es que debe pensar por virtud de Dios como si lo hiciera por sí mismo. Dijeron que lo que está en la región superior de la mente del hombre, mira arriba, a Dios; que lo que está en la intermedia, mira abajo, al mundo, y que lo que está en la inferior, mira abajo, al cuerpo; y por mirar las dos últimas regiones abajo, resulta que el hombre piensa como si pensara de y por sí mismo, cuando sin embargo piensa por virtud de Dios.

  
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