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Porque si no lo quieres dejar ir, y los detuvieres aún,
638. Que la fe imputada del mérito de Cristo nació del Concilio de Nicea es evidente por el Credo adoptado por toda la iglesia Cristiana después de ese Concilio, porque este Credo estableció la doctrina de tres Divinas Personas desde la eternidad y esta doctrina implica a su vez la fe imputada del mérito de Cristo. En la primitiva Iglesia Cristiana, que existía antes del Concilio de Nicea, conocida por el nombre de Iglesia apostólica, no se conocía una Divina Trinidad en tres Personas. En ella se reconocía a Jesu Cristo, el Señor Dios el Salvador, como el verdadero Dios y la vida eterna (Juan 5:20, 21), en Quien mora la plenitud de la Divinidad corporalmente (Colosenses 2:9); y se adoraba a Dios Padre en El. Desconocía en ella igualmente la fe imputada del mérito de Cristo, creyéndose y enseñándose que la salvación es creer en el Hijo y hacer Su voluntad, porque los Apóstoles enseñaban que la fe nada aprovecha sin el amor, que es su vida (2 Corintios 13, y en otros lugares). Sus hombres eminentes y escritores se llamaban Padres y los miembros se llamaban hermanos. Conducían una vida verdaderamente cristiana, una vida de caridad conforme la fe. Estaban muy lejos de pensar, que la Iglesia algunos siglos más tarde, había de degenerar hasta el punto de desfigurar y falsificar la verdadera doctrina, recibida del Señor y de los Apóstoles; adorar a tres Dioses en vez de Uno, separar la caridad de la fe, la remisión de los pecados del arrepentimiento y de una vida nueva, e introducir el dogma de la absoluta impotencia del hombre en cosas espirituales.
688. "También les has dado a beber sangre porque son dignos de ello" significa que por la Divina Providencia del Señor se ha permitido que aquellos que han sido confirmados en la fe solamente, tanto en la doctrina como en la vida, falsifiquen las verdades de la Palabra e impregnen sus vidas con estas verdades falsificadas. Por "beber la sangre" se entiende no sólo la falsificación de las verdades de la Palabra, sino también la impregnación de la propia vida con estas verdades falsificadas, ya que el que sabe se apropia y se impregna. Se dice que 'son dignos' porque los que reciben la fe solamente, y viven según esa sola fe, están en el mal en cuanto a la vida, y las obras del mal opera eso en ellos. De los que están en el mal se dice aquí "que son dignos de esto", del mismo modo que se dice de los que en el mundo son castigados por sus delitos. Véase a este respecto (lo que se dice) sobre la Divina Providencia anteriormente (AR 686).