Versículo 23. Y que todos los afectos buenos y los principios rectos están destruidos, y que todo el amor al bien en la voluntad interna está extinguido; que no se aprenden allí verdades, ni hay reconocimiento de ellas en la fe o en la acción, ni crecen en ella verdades científicas por las que pueda venir la verdad de la fe; sino que toda el alma es una masa de maldad y falsedad por los amores del yo y del mundo, y por un falso culto externo en el que gobiernan estos principios, que no pueden sino ser disipados cuando el bien y la verdad genuinos fluyen del Señor: