Deuteronomio 21:9

Verso 9. Y así te salvarás del rechazo o la perversión del influjo divino en el alma, cuando cumplas la voluntad del Señor en la medida en que te sea dada la percepción de la misma. [Nota (versículos 1-9): ¿De este pasaje no podemos aprender que el alma descubrirá a veces, en el curso de la regeneración, que todo el bien que fluye desde el cielo es extinguido por las malas tendencias del hombre natural? pero no hay que desesperar; porque ¿no se advierte de antemano en la Palabra que el corazón no regenerado es engañoso sobre todas las cosas, y desesperadamente perverso? Solamente que los regeneradores tengan cuidado de que todas sus fuerzas se dirijan a evitar que las tendencias al mal en el hombre exterior se unan al alma interior, siendo abrazadas por los afectos y permitidas por el entendimiento. Si el alma está en la percepción de que todo el bien proviene del Señor e implora su ayuda, y que todo el mal proviene del infierno y de sus propias tendencias pervertidas, y desea evitarlas, ningún mal le será imputado. (Ver Arcana Coelestia 10219, 6325, 6203-6204). El Señor mismo tenía todas las tendencias al mal que nosotros tenemos por su Humanidad derivada de la madre, pero como nunca permitió que se le unieran por adopción, estaba sin pecado, y unió esta Humanidad perfeccionada en sí misma a la Divinidad, que era su alma interior. Así, por su conquista sobre estas tendencias al mal, la raza humana se unió a la Divinidad, y es por nuestra conquista sobre estas tendencias por la ayuda divina así adquirida, que nos unimos a la vida divina, es decir, nos salvamos. (Véase Arcana Coelestia 1414, 9452).