Deuteronomio第32章:8

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8 Cuando el Altísimo hizo heredar á las gentes, Cuando hizo dividir los hijos de los hombres, Estableció los términos de los pueblos Según el número de los hijos de Israel.


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原作者: Alexander Payne (机器翻译成: Español)

Versículo 8. Cuando el Señor, desde los principios más íntimos del alma, comenzó a disponer los afectos en orden celestial por medio de la regeneración, cuando separó lo que podía ser regenerado por amor a sí mismo, proporcionó a la mente las verdades necesarias para la salvación en orden completo. [Nota: Con referencia a los dos últimos versos, se da el siguiente pasaje en los Arcana Coelestia 6075: "Acuérdate de los días de la eternidad, comprende los años de generación y generación. Cuando el Altísimo dio una herencia a las naciones, cuando separó a los hijos del hombre, señaló los límites de los pueblos según el número de los hijos de Israel. Cuando Jeshurun engordó, abandonó a Dios. Sacrificó a los demonios, a los dioses que no se acercaban, y que vuestros padres no conocían" (Deuteronomio 32:7-8, 15, 17). Este pasaje aparece en el canto profético de Moisés, en el que se trata de la Iglesia Antigua desde los versículos 7-15, y de la posteridad de Jacob desde los versículos 15-44; el estado de la Iglesia Antiquísima, que fue antes del Diluvio, está significado por los días de la eternidad; y el estado de la Iglesia Antigua, que fue después del Diluvio, por los años de la generación y la generación; el estado de su bien por la herencia que el Altísimo dio a las naciones, y el estado de su verdad por el Altísimo separando a los hijos de los hombres, designando los límites del pueblo según el número de los hijos de Israel; este número, o doce, denota todas las verdades de la fe en el complejo. Como se explica en el prefacio, en este Estudio del Libro del Deuteronomio se intenta desarrollar el sentido interno tal como se aplica al alma individual, y no como se aplica a la humanidad en su conjunto: pero un sentido está implicado en el otro; porque la mente del hombre es un microcosmos, y un individuo en regeneración tiene que pasar por los mismos cambios que la humanidad ha pasado colectivamente. Hemos tenido nuestra Iglesia Antiquísima en la inocencia de la infancia; nuestra Iglesia Antiquísima en el período de la juventud; y el destino deseado para nosotros por el Señor, si lo seguimos, es que finalmente seamos llevados a ese estado que es descrito por la Nueva Jerusalén en el Apocalipsis (Apocalipsis 19:0-22:0), y por los versículos 36-43 de este capítulo; en el cual la inocencia de la infancia se une a la sabiduría de la edad adulta].