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Sabiduría Angélica Sobre El Divino Amor y La Divina Sabiduría#390

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390. (vii.) La conjunción del espíritu del hombre con el cuerpo es por medio de correspondencia de la voluntad y el entendimiento con el corazón y los pulmones y su disyunción por falta de correspondencia.

Como se ha desconocido hasta hoy que la mente del hombre por lo cual es entendida la voluntad y el entendimiento es el espíritu del hombre, y que el espíritu es el hombre: y como ha sido ignorado que el espíritu del hombre, como su cuerpo, tiene un pulso y una respiración, fue imposible conocer que el pulso y la respiración del espíritu del hombre, influyendo en él produjeran los del cuerpo. Pero como este es el hecho, se sigue que hay una correspondencia semejante del pulso y respiración del espíritu con los del cuerpo; porque la mente, como se dijo antes, es el espíritu; y por lo mismo, cuando cesa la correspondencia de aquellos dos movimientos, se produce una separación del cuerpo y del espíritu, que es la muerte. Su separación o muerte, cuando el cuerpo llega a este estado por alguna enfermedad o accidente, es la causa de que no pueda obrar como uno con el espíritu; porque su correspondencia cesa, y con la correspondencia su conjunción; no cuando la respiración solamente cesa, sino cuando deja de palpitar el corazón. Porque mientras el corazón se mueve, el amor permanece con su calor vital y la vida continúa, como se ha visto en casos de desmayos y sofocación y las condiciones de la vida del embrión en el útero. En una palabra, la vida del cuerpo del hombre depende de la correspondencia de su pulso y respiración con las de su espíritu; y cuando esta correspondencia cesa, la vida corporal cesa, y el espíritu se separa del cuerpo y su vida continúa en el mundo espiritual, una vida tan semejante a la suya en el mundo natural, que ignoró antes de su partida. El hombre entra generalmente al mundo espiritual dos días después de la muerte de su cuerpo; yo he hablado con algunos después de aquel lapso de tiempo.

  
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Traducido por el Dr. Calleja al español de la traducción al inglés por el Rev. John Whitehead. Transcrito y revisado por David Simpson, y también revisado por Daniel Calvo, y por los reverendos Andrew Heilman y Johnny Villanueva.

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Sabiduría Angélica Sobre El Divino Amor y La Divina Sabiduría#4

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4. Dios sólo, que es el Señor, es el amor mismo, por cuanto que Él es la vida misma; y los ángeles y los hombres son receptáculos de vida.

Esto será plenamente ilustrado en los tratados sobre la Divina Providencia y sobre la Vida. Basta por ahora decir que el Señor, que es Dios del Universo, es increado e infinito, en tanto que los hombres y los ángeles son creados y finitos. Y por cuanto que Dios es increado e infinito, es el Ser mismo, que es llamado Jehovah, y es la Vida misma o la Vida de Sí mismo. Del increado, el Infinito, el Ser mismo y la Vida misma, no pueden ser creados ningunos seres inmediatamente, porque Dios es uno e indivisible, sus creaciones pueden tener lugar solamente por las cosas creadas y finitas, y están formadas de tal modo, que Dios puede habitar en ellas. Los ángeles y los hombres están de tal modo formados, que son recipientes de vida. Por lo tanto, si algún hombre consiente en desviarse de tal modo que piense que no es recipiente de vida, sino que es la vida misma, no puede menos que tenerse o pensar que él es Dios. El hombre siente como si él fuera la vida, y por lo tanto lo cree, porque esta sensación lo engaña, porque la causa principal es siempre sentida por él como siendo parte de sí mismo, y no de otro modo. Que el Señor es la vida en Sí mismo, Él lo enseña en Juan:

Como el Padre tiene vida en Sí mismo, así dio también al Hijo que tuviera vida en Sí mismo”, (Juan 5:26); y que Él es “la vida”, en Juan, (11:25; 14:6).

Ahora, puesto que el Amor y la Vida son uno y la misma cosa, como se demostró en los números n. 1 y n. 2, se sigue que el Señor es el Amor mismo, porque es la Vida misma.

  
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Traducido por el Dr. Calleja al español de la traducción al inglés por el Rev. John Whitehead. Transcrito y revisado por David Simpson, y también revisado por Daniel Calvo, y por los reverendos Andrew Heilman y Johnny Villanueva.