"Y cuando se acercaron, vio la ciudad y lloró sobre ella, diciendo: 'Si hubieras sabido, incluso tú, especialmente en este tu día, las cosas que pertenecen a tu paz! Pero ahora están ocultas a tus ojos.'" (Lucas 19:41,42 ).

"Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino por vosotras mismas y por vuestros hijos... Porque si hacen estas cosas en el bosque verde, ¿qué se hará en el seco?" ( Lucas 23:28,31).

Jesús lloró por Jerusalén. Las mujeres lloraron por él, y les dijo que lloraran por ellas mismas y por sus hijos. Luto en un momento de triunfo, luto en un momento de desolación.

Hay ironía en la historia del Domingo de Ramos, pues sobre su regocijo pende la sombra de la traición, el juicio y la crucifixión. ¿Fue la multitud furiosa que llamó a su crucifixión la misma multitud que lo aclamó como Rey cinco días antes? ¿Por qué el Señor cabalgó triunfante, sabiendo las cosas que seguramente sucederían? Lo hizo para anunciar que Él, la verdad divina del bien divino, gobernaría todas las cosas; para darnos un cuadro que representará para siempre a su majestad. Y luego los eventos de Getsemaní y el Calvario nos hicieron saber la naturaleza de esa majestad - que en verdad Su reino no es de este mundo.

¿Podemos imaginar la escena del Domingo de Ramos? Las multitudes se regocijaban y gritaban, y luego vieron a su Rey llorando. No fue un momento breve, sino un llanto sostenido, que hizo que el escritor del evangelio se enterara. ¿Se calmaron sus gritos mientras veían su dolor, se preguntaron cuando pronunció la condena a la ciudad en la que vivían? "Tus enemigos construirán un terraplén a tu alrededor, te rodearán y te encerrarán por todos lados, y te arrastrarán, y a tus hijos contigo, hasta el suelo; y no dejarán en ti piedra sobre piedra porque no conociste el tiempo de tu visita". Entonces, tal vez, mientras cabalgaba, se reanudaron los vítores y se olvidaron las extrañas palabras.

Hay otra ironía, porque el pueblo gritó que la paz había llegado. "¡Bendito sea el Rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!" Sin embargo, cuando Jesús lloró, le dijo a la ciudad: "¡Si hubieras sabido, incluso tú, especialmente en este tu día, las cosas que hacen a tu paz! Pero ahora están escondidas de tus ojos."

Este gran panorama habla del mundo dentro de cada ser humano. Es en nuestras mentes, en el sentido espiritual de la Palabra, que Jesús cabalga triunfante. Cuando vemos la maravilla de su verdad, sentimos su poder sobre todas las cosas, lo coronamos. Todos los eventos del Domingo de Ramos nos hablan de aquellos tiempos en los que reconocemos que el Señor, el Dios visible, gobierna nuestras mentes a través de la Palabra que está dentro de nosotros. Es un momento de gran regocijo. Como las multitudes del Domingo de Ramos, sentimos que esta visión barrerá todo lo malo, y el Señor reinará fácilmente dentro de nosotros como nuestro Rey y nuestro Dios.

Estos tiempos felices nos llegan, y podemos regocijarnos en ellos, y saludar a nuestro Señor y Rey con júbilo. "¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!" La paz viene a través de la conjunción con el Señor que hemos visto (Explicación del Apocalipsis 369:9, 11). Sin embargo, el Señor mismo sabe que hay batallas por venir de aquellos que no conocen la paz. Esto también nos lo advierte en Su Palabra. En la Jerusalén natural del día del Señor los gobernantes habían usado la falsedad para destruir la verdad, y trajeron mucho dolor a los cristianos. En la Jerusalén espiritual en nuestras mentes hay falsos valores que destruirían la paz. Antes de que lleguemos al cielo habrá una batalla entre nuestra visión del Señor y nuestro amor propio que abusará de la verdad para que eso suceda.

Así que el Señor lloró, allá en el monte de los Olivos, mientras miraba la ciudad. Su llanto era un signo de misericordia, porque se aflige por los estados en nosotros que nos harán daño y que se oponen a nuestra paz. (Arcana Coelestia 5480; Explicación del Apocalipsis 365 [9]; cf. 365:11, 340). Sin embargo, su dolor es una fuerza activa, es la misericordia, trabajando para eliminar esos estados. Jesús prometió que Jerusalén sería completamente destruida - no quedaría ni una sola piedra en pie. Es cierto que la Jerusalén natural fue arrasada, pero esto no es lo que quiso decir. Nos promete - incluso cuando nos advierte de las batallas por venir - que triunfará, y que nuestra Jerusalén - nuestras excusas para hacer el mal - no se mantendrá. Serán diezmados por su palabra. (Cf. Arcana Coelestia 6588 [5]; Explicación del Apocalipsis 365 [9]).

Lloró por misericordia, y prometió el fin del llanto, porque "Sus tiernas misericordias están sobre todas sus obras".

El Viernes Santo seguramente había motivos para llorar. Imagina esta escena: Las mujeres estaban siguiendo la cruz, lamentándose. Jesús debe haber estado sangrando por el azote, y marcado por la corona de espinas. Estaba rodeado de gente que disfrutaba viendo morir a alguien. Aquellos que lo llamaban su enemigo estaban satisfechos de haber ganado.

Sus seguidores estaban desolados. Nunca habían imaginado que el sueño que había fomentado terminaría así, o que el líder que amaban sería tratado tan terriblemente. Lo sentían por él en lo que estaban seguros era su sufrimiento. Lloraron por él.

Entonces tal vez la multitud que lo insultó se calmó cuando se volvió hacia los dolientes. De su infinito amor habló. "Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino por vosotras mismas y por vuestros hijos." No pensó en la agonía que se avecinaba, sino que se afligió por aquellos a los que amaba. Él triunfaría. Era sobre ellos que el sufrimiento vendría. ¿Qué imagen más clara podemos tener de la meta que trajo a nuestro Dios a la tierra que esa frase? Vino porque la gente mala y los sentimientos malignos traen miseria a sus hijos. Vino para darles alegría después de su llanto, para darles consuelo y esperanza, y finalmente para darles la certeza de que no debería haber más muerte, ni dolor ni llanto.

Las mujeres de esa época se enfrentaron a la pena física. Es desgarrador saber de las persecuciones de los cristianos, pensar en personas asesinadas porque adoran a su Dios; en niños que les son arrebatados, en gente buena sujeta a la misericordia de los que no conocen la misericordia. De hecho, debe haber parecido que el Señor tenía razón al decir que hubiera sido mejor si nunca hubieran tenido hijos que sufrieran así por su fe. "Porque vendrán días en que dirán: '¡Bienaventurados los estériles, los vientres que no han parido y los pechos que no han amamantado!'"

Pero la verdadera razón por la que el Señor bajó a la tierra fue que dentro de la crueldad física hay un daño mucho mayor. Hay mucha gente que camina por esta tierra que no pensaría en asesinar a alguien más, pero que regularmente disfrutan quitándole algo mucho más precioso - su habilidad de seguir a su Señor.

Por eso el Señor dijo esas palabras, "No lloréis por mí, sino por vosotros mismos y por vuestros hijos". Las hijas de Jerusalén representan el suave amor a la verdad con gente sincera de todo el mundo. Sus hijos son la caridad y la fe que proviene del amor a la verdad. Son las víctimas del mal, especialmente cuando infesta una iglesia. Estas son las cosas que causan el llanto interno, una pena del espíritu que es más devastadora porque es silenciosa.

"Hijas de Jerusalén", las llamó. Nuestro inocente amor por la verdad crece junto con nuestra justificación por ser egoístas. De hecho, se rige por la auto justificación, como las hijas de Jerusalén fueron gobernadas por una iglesia corrupta. Cuando esas mujeres trataron de liberarse de la Iglesia judía fueron perseguidas. Cuando nuestro inocente amor por la verdad busca llevarnos a seguir al Señor, sufrimos tentaciones en nuestros espíritus. Los infiernos se levantan y nos tientan con todas las delicias egoístas y malvadas que hemos tenido, y de hecho lloramos por nosotros mismos.

Ya ves, ¡no es la verdad misma la que sufre! "No llores por mí", dijo Jesús. La verdad es todopoderosa. Es nuestro amor por esa verdad lo que es tentado. Es nuestra caridad y nuestra fe, los hijos de ese amor, los que sufren.

"Porque vendrán días en los que dirán: 'Bienaventurados los estériles, los vientres que nunca parieron y los pechos que nunca amamantaron'". ¿No nos parece a veces que la gente que no tiene verdades, que no tiene ideales, es la que es feliz? De hecho, esta es una profecía de que aquellos que están fuera de la Iglesia y la encuentran de nuevo, lo tendrán más fácil que aquellos que traen las falsedades de la vida a la batalla.

El Domingo de Ramos, cuando Jesús lloró, dijo que Jerusalén sería destruida. Como ya he dicho, en realidad estaba prometiendo la destrucción del mal en nosotros. El Viernes Santo dio la misma garantía: "Entonces comenzarán a decir a los montes: "¡Caed sobre nosotros!" y a las colinas: "¡Cubridnos!" Estas palabras aparentemente duras son de consuelo, ya que prometen que a medida que la verdad del Señor triunfe en nosotros, el cielo se acercará. Cuando eso ocurra, los infiernos que nos tienten serán incapaces de soportar la presencia del cielo, y se cubrirán y esconderán.

"Porque si hacen estas cosas en el bosque verde, ¿qué se hará en el seco?" Los oyentes sabían lo que eso significaba: si cuando estaba entre ellos rechazaron su verdad, ¿qué harán cuando el recuerdo de su presencia y sus milagros se hayan secado? En el sentido interno, el bosque verde es una verdad que sigue viva por el amor a él. Incluso cuando vemos los ideales de la Palabra, vamos a luchar con la tentación. Pero cuando esa madera se seca, cuando no podemos sentir la vida y el poder de la verdad, la batalla se hace mucho más difícil.

En estas dos imágenes - Su llanto en el Domingo de Ramos, su triste advertencia a las mujeres para que lloren por ellas mismas y por sus hijos, el Señor nos prepara para luchar por lo que creemos. ¿Cómo nos prepara? Asegurándonos, no sólo de las pruebas por venir, sino de la certeza de la victoria ahora que ha revelado su poder. Hay tanta maravilla, tanta esperanza de felicidad eterna en la verdadera religión cristiana. Sin embargo, ningún amor que valga la pena será nuestro para mantenerlo hasta que haya enfrentado sus desafíos. Debe haber un tiempo de llanto: nuestro misericordioso Señor llorando por nuestras luchas y dándonos fuerza por la misericordia; nuestros sueños y esperanzas llorando cuando tememos que se hayan perdido. A través de la prueba expresamos nuestro compromiso con nuestros sueños, y Él nos libera.

Menos de veinticuatro horas antes de su arresto el Señor habló de nuevo sobre el llanto. En la última cena dijo: "De verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, pero el mundo se alegrará". Pero Él no se detuvo ahí. "Y estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. Una mujer, cuando está de parto, tiene dolor porque ha llegado su hora; pero tan pronto como ha dado a luz al niño, ya no recuerda la angustia, por la alegría de que un ser humano haya nacido en el mundo. Por lo tanto, ahora tienes dolor; pero te veré de nuevo y tu corazón se regocijará, y tu alegría nadie te la quitará".

Cuando fue crucificado y resucitó, debieron pensar que ahora sus palabras se cumplían. Ahora habían encontrado la alegría que nadie les podía quitar. Tal vez cuando sufrieron a manos de los perseguidores y encontraron alegría entre los compañeros cristianos pensaron lo mismo. Y finalmente, cuando habían peleado sus batallas privadas, y desde su poder vencieron al enemigo interior, supieron lo que realmente quería decir.

"Jesús lloró por la ciudad". "Llorad por vosotros mismos y por vuestros hijos". Nuestro amor a la verdad se verá amenazado y con él nuestra esperanza de una verdadera fe y una verdadera caridad. Con ese fin vino al mundo y cabalgó triunfante y bebió de la copa del rechazo y de la aparente muerte - para poder convertir nuestra pena en alegría. Por lo tanto, también podía decir: "En el mundo tendréis tribulación, pero tened buen ánimo, yo he vencido al mundo". Amén.

(Referências: Lucas 19:29-44, 23:24-38)

2015. That 'kings will come out of you' means that all truth comes from Him is clear from the meaning of 'a king' as truth in both the historical and the prophetical sections of the Word, as stated in 1672 but not yet shown to be so. From the meaning of 'nations' as goods, and from the meaning of 'kings' as truths, the nature of the internal sense of the Word becomes clear, and also how remote it is from the sense of the letter. No one reading the Word, especially the historical section, believes anything other than that 'nations' referred to there means nations, or that 'kings' there means kings, and therefore that the nations mentioned there, or the kings, are the real subject of the very Word itself. But when the idea of nations and also of kings reaches angels it perishes altogether, and good and truth take their place instead. This is bound to seem strange and indeed a paradox, but it is nevertheless the truth. The matter may also become clear to anyone from the fact that if nations were meant in the Word by 'nations' and kings by 'kings', the Word of the Lord would hardly embody anything more than some historical or other piece of writing and so would be something of a worldly nature, when in fact everything in the Word is Divine and so is celestial and spiritual.

[2] Take merely the statement in the present verse about Abraham's being made fruitful, nations being made of him, and kings coming out of him. What else is this but something purely worldly and nothing at all heavenly? Indeed these assertions entail no more than the glory of this world, a glory which is absolutely nothing in heaven. But if this is the Word of the Lord then its glory must be that of heaven, not that of the world. This also is why the sense of the letter is completely erased and disappears when it passes into heaven, and is purified in such a way that nothing worldly at all is intermingled. For 'Abraham' is not used to mean Abraham but the Lord; nor is 'being fruitful' used to mean his descendants who would increase more and more but the endless growth of good belonging to the Lord's Human Essence. 'Nations' do not mean nations but goods, and 'kings' do not mean kings but truths. Nevertheless the narrative in the sense of the letter remains historically true, for Abraham was indeed spoken to in this way; and he was indeed made fruitful in this way, with nations as well as kings descending from him.

[3] That 'kings' means truths becomes clear from the following places: In Isaiah,

The sons of the foreigner will build up your walls, and their kings will minister to you. You will suck the milk of nations, and the breast of kings will you suck. Isaiah 60:10, 16.

What 'sucking the milk of nations and the breast of kings' means is not at all evident from the letter but from the internal sense, in which being endowed with goods and instructed in truths is meant. In Jeremiah,

There will enter through the gates of this city kings and princes seated on the throne of David, riding in chariots and on horses. Jeremiah 17:25; 22:4.

'Riding in chariots and on horses' is a prophecy meaning the abundance of things of the understanding, as becomes clear from very many places in the Prophets. Thus the prophecy that 'kings will enter through the gates of the city' means in the internal sense that they were to be endowed with truths of faith. This sense of the Word is the heavenly sense into which the worldly sense of the letter passes.

[4] In the same prophet,

Jehovah has spurned in His fierce indignation king and priest. The gates of Zion have sunk into the ground, He has destroyed and broken in pieces her bars. King and princes are among the nations; the law is no more. Lamentations 2:6, 9.

Here 'king' stands for the truth of faith, 'priest' for the good of charity, 'Zion' for the Church, which is destroyed and its bars broken in pieces. Consequently 'king and princes among the nations', that is, truth and what belongs to truth, will be so completely banished that 'the law is no more', that is, nothing of the doctrine of faith will exist any more. In Isaiah,

Before the boy knows to refuse evil and to choose good, the ground will be abandoned which you loathe in the presence of its two kings. Isaiah 7:16.

This refers to the Lord's Coming. 'The land that will be abandoned' stands for faith which at that time would not exist. 'The kings' are the truths of faith which would be loathed.

[5] In the same prophet,

I will lift up My hand to the nations and raise My ensign to the peoples; and they will bring your sons in their bosom, and your daughters will be carried on their shoulder. Kings will be your foster fathers and their queens your wet-nurses. Isaiah 49:22-23.

'Nations' and 'daughters' stand for goods, 'peoples' and 'sons' for truths, as shown in Volume One. That 'nations' stands for goods, 1259, 1260, 1416, 1849, as does 'daughters', 489-491, while 'peoples' stands for truths, 1259, 1260, as does 'sons', 489, 491, 533, 1147. 'Kings' therefore stands for truths, in general by which they will be nourished, and 'queens' for goods by which they will be suckled. Whether you speak of goods and truths or of those who are governed by goods and truths it amounts to the same.

[6] In the same prophet,

He will spatter many nations, kings will shut their mouths because of him, ¹ for that which has [not] been told them they have seen, and that which they have not heard they have understood. Isaiah 52:15.

This refers to the Lord's Coming. 'Nations' stands for those who are stirred by an affection for goods, 'kings' those who are stirred by an affection for truths. In David,

Now, O kings, be intelligent; be instructed, O judges of the earth. Serve Jehovah with fear, and rejoice with trembling. Kiss the Son lest He perhaps be angry and you perish in the way. Psalms 2:10-12.

'Kings' stands for people who are governed by truths, and who by virtue of truths are also in many places called 'king's sons'. 'The Son' here stands for the Lord, and he is called the Son here because he is Truth itself, and the source of all truth.

[7] In John,

They will sing a new song, You are worthy to take the Book and to open its seals. You have made us kings and priests to our God so that we shall reign on the earth. Revelation 5:9-10.

Here people who are governed by truths are called 'kings'. The Lord also calls them 'the sons of the kingdom' in Matthew,

He who sows the good seed is the Son of Man, the field is the world, the seed are the sons of the kingdom, and the tares are the sons of the evil one. Matthew 13:37-38.

In John,

The sixth angel poured out his bowl over the great river Euphrates and its water was dried up to prepare the way of the kings who were from the east. Revelation 16:12.

'Euphrates' clearly does not mean the Euphrates, nor does 'kings from the east' mean kings from that quarter. What 'Euphrates' does mean may be seen in 120, 1585, 1866, from which it is evident that 'the way of the kings who were from the cast' means truths of faith that derive from goods of love.

[8] In the same book,

The nations that are saved will walk in its light, and the kings of the earth will bring their glory and honour into it. Revelation 21:24.

Here 'nations' stands for people who are governed by goods, 'kings of the earth' for those who are governed by truths, which is also evident from the fact that the details here are prophetical, not historical. In the same book,

With the great harlot seated on many waters the kings of the earth have committed whoredom and have become drunk with the wine of her whoredom. Revelation 17:2.

And elsewhere in the same book,

Babylon has given all nations drink from the wine of the fury of her whoredom; and the kings of the earth have committed whoredom with her. Revelation 18:1, 3, 9.

Here similarly it is clear that 'the kings of the earth' does not mean kings, for the subject is the falsification and adulteration of the doctrine of faith, that is, of truth, which are 'whoredom'. 'Kings of the earth' stands for truths that have been falsified and adulterated.

[9] In the same book,

The ten horns that you saw are ten kings who have not yet received a kingdom but are receiving authority as kings for one hour, together with the beast. These will be of one mind, and they will hand over power and authority to the beast. Revelation 17:12-13.

That 'kings' here does not mean kings may also be evident to anyone. If kings were meant, then 'ten kings receiving authority as kings for one hour' would be quite unintelligible, as similarly with the following words in the same book,

I saw the beast and the kings of the earth, and their armies gathered to make war with Him who was sitting on the horse, and with His army. Revelation 19:19

In verse 13 of the same chapter it is stated explicitly that the One who was sitting on the horse was The Word of God, against which the kings of the earth are said to have been gathered. 'The beast' stands for goods of love that have been profaned, 'kings' for truths of faith that have been adulterated; these are called 'kings of the earth' because they exist within the Church - 'earth' meaning the Church, see 662, 1066, 1067, 1262. 'The white horse' stands for the understanding of truth, 'He who was sitting on the horse' for the Word. This matter is plainer still in Daniel 11, describing the war between the king of the south and the king of the north, by which is meant the conflict of truths with falsities. Here such conflicts are described as a war that took place in history.

[10] Since 'a king' means truth, what is meant in the internal sense when the Lord is called King, and also a Priest, is made clear; and what essential quality of the Lord was represented by kings, and what by priests, is also made clear. 'Kings' represented His Divine Truth, and 'priests' His Divine Good. All the laws of order by which the Lord governs the universe as King are truths, while all the laws by which He governs the universe as Priest and by which He rules even over truths themselves are goods. For government from truths alone condemns everyone to hell, but government from goods lifts them out of that place and raises them up into heaven; see 1728. Because, in the Lord's case, these two - truths and goods - are joined together, they were also represented in ancient times by kingship and priesthood combined, as with Melchizedek who was at one and the same time king of Salem and priest to God Most High, Genesis 14:18. And at a later time among the Jews where the representative Church was established in a form of its own He was represented by judges and priests, and after that by kings.

[11] But because 'kings' represented truths which ought not to be paramount for the reason, already stated, that they condemn, the very idea was so objectionable that the Jews were reproached for it. The nature of truth regarded in itself has been described in 1 Samuel 8:11-18, as the rights of a king; and previous to that, in Moses, in Deuteronomy 17:14-18, they had been commanded through Moses to choose genuine truth deriving from good, not spurious truth, and not to pollute it with reasonings and factual knowledge. These are the considerations which the directive concerning a king given in the place in Moses referred to above embodies within itself. No one can possibly see this from the sense of the letter, but it is nevertheless evident from the details within the internal sense. This shows why 'a king' and 'kingship' represented and meant nothing other than truth.

Notas de rodapé: