De obras de Swedenborg

 

Sabiduría Angélica Sobre El Divino Amor y La Divina Sabiduría #416

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416. (xv.) De otro modo el amor o la voluntad retira la sabiduría o el entendimiento de su elevación, para hacerlo actuar como uno consigo.

Hay dos especies de amor; amor natural y amor espiritual; el hombre natural en quien existen los dos amores, es un hombre racional, pero el que tiene solamente el amor natural, puede pensar racionalmente, precisamente como el hombre espiritual; pero sin ser racional; porque la elevación de su entendimiento, aun a la luz del cielo, esto es, a la sabiduría, y aun a las cosas que pertenecen a la sabiduría celestial o luz, no pertenecen a su amor. Su amor ciertamente efectúa su elevación; pero por el amor del honor, la gloria y la riqueza. Cuando percibe que no recibe nada de aquella elevación, lo que sucede cuando piensa en si mismo según su amor natural, Entonces no ama lo que pertenece a la luz del cielo o a la sabiduría; entonces retira su pensamiento de su altura o elevación, a fin de poder obrar como uno consigo mismo. Por ejemplo; cuando el entendimiento está en sabiduría por su elevación, entonces el amor ve lo que es la justicia, la sinceridad, la castidad, y aun lo que es el amor genuino. Este amor natural puede ver por la facultad de entender e investigar las cosas a la luz del cielo; aun puede hablar y predicar respecto de ellas y explicarlas como virtudes morales y aun como virtudes espirituales también; pero cuando el entendimiento no está en elevación, entonces el amor, si es meramente natural, no ve aquellas virtudes, sino que en vez de justicia, ve injusticia, en vez de sinceridad, falsía, en vez de castidad, lascivia, etc.; y si piensa entonces de las cosas acerca de las cuales habló cuando su pensamiento estaba en estado de elevación, puede reír de ellas, y pensar meramente en servirse de ellas para cautivar lo espiritual (animi) de los hombres. Esto puede demostrar cómo debe entenderse aquel amor si no ama la sabiduría, su esposa, suficientemente, separándola de su elevación, puede reír de ellas, y pensar meramente en servirse de ellas para cautivar las almas de los hombres. Esto puede demostrar cómo debe entenderse aquel amor si no ama a la sabiduría, o su esposa suficientemente, él la retira de su elevación para que obre como una con él; que el amor es capaz de elevación, si ama la sabiduría en aquel grado, puede verse en la n. 414.

  
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Traducido por el Dr. Calleja al español de la traducción al inglés por el Rev. John Whitehead. Transcrito y revisado por David Simpson, y también revisado por Daniel Calvo, y por los reverendos Andrew Heilman y Johnny Villanueva.

De obras de Swedenborg

 

Sabiduría Angélica Sobre El Divino Amor y La Divina Sabiduría #366

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366. (iii.) Tal como es la vida en sus principios, así es en el todo y en cada una de sus partes. Para hacer esto comprensible, es necesario saber en dónde están colocados estos primeros principios en el cerebro, y cómo llegan a ser derivados. Donde están estos principios en el cerebro es clara por la anatomía; ésta enseña que hay dos cerebros, y que ellos son continuados de la cabeza hasta la espina dorsal; y que consiste de dos sustancias, llamadas sustancia cortical y sustancia medular; y que la sustancia cortical consiste de innumerables formas como glándulas, y la sustancia medular de innumerables formas fibrosas. Ahora, porque estas glándulas son las raíces de las fibrillas, son también sus primeros principios; porque las fibras comienzan en ellas y proceden de ellas y se combinan gradualmente para formar los nervios; y así combinadas o formadas en nervios descienden a los órganos sensoriales en la cara y a los órganos motores en el cuerpo; y los forman. Consúltese a alguna persona versada en anatomía y esto será confirmado. Esta sustancia cortical o glandular forma la superficie del cerebro y la superficie de los cuerpos estriados, de los cuales sale la médula oblongada, ésta también forma la porción central o la médula espinal; cuanto a la sustancia medular o fibrosa comienza en donde quiera en esta y procede por ella; y provee de ella a los nervios, por los que es compuesto todo en el cuerpo. La disección demuestra que esto es cierto. Los que conocen estos hechos por la ciencia de la anatomía o por la evidencia de los que se han familiarizado en los conocimientos de esta ciencia, pueden ver que los primeros principios de la vida están en el origen de las fibras y en ninguna otra parte más, y que las fibras no pueden posiblemente proceder de sí mismas, sino de los primeros principios. Estos primeros principios o elementos, que se presentan como glándulas, son casi innumerables; su multitud puede ser comparada a la de las estrellas en el Universo; y la multitud de fibrillas que proceden de ellas, puede ser comparada a la de los rayos que proceden de las estrellas y llevan su calor y su luz a la tierra. La multitud de estas glándulas puede ser comparada a la multitud de las sociedades angélicas en los cielos, que son también innumerables, y están en orden semejante, como se me ha dicho; y el número de las fibrillas procedentes de estas glándulas, puede ser comparado a los bienes y las verdades espirituales, que también proceden de estas sociedades, como los rayos. Por lo tanto el hombre es como un Universo y como un cielo en miniatura, como con frecuencia y ampliamente se ha explicado antes. Por esto será evidente que, como es la vida en sus primeros principios, así es en sus principiados; o como la vida es en sus primeros en los cerebros, así es en las formas derivadas de aquellos en el cuerpo.

  
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Traducido por el Dr. Calleja al español de la traducción al inglés por el Rev. John Whitehead. Transcrito y revisado por David Simpson, y también revisado por Daniel Calvo, y por los reverendos Andrew Heilman y Johnny Villanueva.