De obras de Swedenborg

 

El Cielo y el Infierno #68

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Capítulo 9 (EL CIELO): Cada sociedad en el Cielo refleja a un sólo hombre

68. Cada sociedad del cielo representa igualmente un solo hombre y también tiene la semejanza de un hombre; esto me ha sido permitido ver varias veces. Hubo una sociedad en la cual se habían introducido varios que sabían revestir apariencia de ángeles de luz; eran hipócritas. Al ser separados estos de los ángeles, vi que la sociedad entera al principio parecía una masa oscura, luego gradualmente la vi en forma humana, igualmente oscura, pero finalmente en luz como un hombre. Los que pertenecían a este hombre y le componían eran los que se hallaban en el bien de aquella sociedad; los otros que no pertenecían al hombre y que no le componían eran los hipócritas: estos fueron rechazados, aquellos guardados, verificándose así una separación. Los hipócritas son los que hablan el bien y también obran el bien, pero miran hacia sí mismos en cada mínimo detalle. Hablan como los ángeles sobre asuntos del Señor, del cielo, del amor, de la vida celestial, y también obran el bien a fin de parecer ser tales como hablan; pero piensan de otra manera, nada creen, ni quieren el bien a no ser para ellos mismos. Si hacen el bien es por interés propio, si es en interés de otros es a fin de ser observados, por consiguiente igualmente en interés propio.

  
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De obras de Swedenborg

 

El Cielo y el Infierno #589

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Capítulo 62 (EL INFIERNO): El equilibrio entre el Cielo y el Infierno

589. En todo debe haber equilibrio a fin de que algo pueda existir; sin equilibrio no hay acción y reacción porque el equilibrio existe entre dos fuerzas, impulsando una y repulsando la otra. El descanso que resulta de la acción y reacción se llama equilibrio. En el mundo espiritual existe equilibrio en todo y en cada cosa particularmente; en general en las atmósferas mismas, repulsando y resistiendo los inferiores en la medida en que los superiores impulsan e insisten. En el mundo natural existe igualmente un equilibrio entre el calor y el frío, entre la luz y la sombra, entre la sequedad y la humedad; la temperatura media es el equilibrio. Asimismo existe un equilibrio entre todos los objetos de los reinos del mundo, que son tres; el remo mineral, vegetal y animal, porque sin equilibrio, nada en ellas existe ni subsiste. En toda parte hay, como un empeño por una parte impelente y por la otra repelente. Toda existencia (producción), o sea todo efecto se verifica bajo equilibrio, obrando, sin embargo, una de las fuerzas y admitiendo la otra, la acción, es decir, influyendo una por su actividad y admitiendo y cediendo la otra convenientemente. En el mundo natural se llama fuerza lo que obra y lo que causa la reacción. También se llama esfuerzo; pero en el mundo espiritual se llama vida y voluntad lo que causa esta acción y reacción. La vida allí es una fuerza viva, y la voluntad es un esfuerzo vivo; el equilibrio mismo se llama libertad. Por consiguiente el equilibrio espiritual, o la libertad, existe y subsiste entre el bien que obra por una parte y el mal que resiste por otra parte, o entre el mal que obra por una parte y el bien que resiste por otra parte; el equilibrio entre el bien que obra y el mal que resiste existe en los buenos, mientras que el equilibrio entre el mal que obra y el bien que resiste existe en los males; la razón por la cual el equilibrio espiritual tiene lugar entre el bien y el mal, es que todo cuanto pertenece a la vida del hombre se refiere al bien y al mal, y la voluntad es su receptáculo. Hay también equilibrio entre la verdad y la falsedad, pero este depende del equilibrio entre el bien y el mal. El equilibrio entre la verdad y la falsedad, es como entre la luz y la sombra, las cuales afectan los objetos del reino vegetal en la medida que en la luz y en la sombra hay calor y frío. Que la luz y la sombra en y por sí mismas ningún efecto hacen sino mediante ellas el calor y el frío, puede verse por el hecho de que en el invierno hay luz y sombra como en la primavera. La comparación, de la verdad y la falsedad con la luz y la sombra viene de la correspondencia, porque la verdad corresponde a la luz, la falsedad a la sombra, y el calor al bien del amor; la luz espiritual es en efecto la verdad y la sombra espiritual la falsedad; el calor-espiritual es el bien del amor (acerca de cuyo particular puede verse en el artículo n. 126-140, donde se ha tratado de la luz y del calor en el cielo).

  
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