De obras de Swedenborg

 

El Cielo y el Infierno #68

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Capítulo 9 (EL CIELO): Cada sociedad en el Cielo refleja a un sólo hombre

68. Cada sociedad del cielo representa igualmente un solo hombre y también tiene la semejanza de un hombre; esto me ha sido permitido ver varias veces. Hubo una sociedad en la cual se habían introducido varios que sabían revestir apariencia de ángeles de luz; eran hipócritas. Al ser separados estos de los ángeles, vi que la sociedad entera al principio parecía una masa oscura, luego gradualmente la vi en forma humana, igualmente oscura, pero finalmente en luz como un hombre. Los que pertenecían a este hombre y le componían eran los que se hallaban en el bien de aquella sociedad; los otros que no pertenecían al hombre y que no le componían eran los hipócritas: estos fueron rechazados, aquellos guardados, verificándose así una separación. Los hipócritas son los que hablan el bien y también obran el bien, pero miran hacia sí mismos en cada mínimo detalle. Hablan como los ángeles sobre asuntos del Señor, del cielo, del amor, de la vida celestial, y también obran el bien a fin de parecer ser tales como hablan; pero piensan de otra manera, nada creen, ni quieren el bien a no ser para ellos mismos. Si hacen el bien es por interés propio, si es en interés de otros es a fin de ser observados, por consiguiente igualmente en interés propio.

  
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De obras de Swedenborg

 

El Cielo y el Infierno #528

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Capítulo 55 (EL MUNDO DE LOS ESPÍRITUS): No es tan difícil vivir la vida que conduce al Cielo como muchos creen

528. Algunos creen que es difícil vivir una vida que conduce al cielo, la cual se llama vida espiritual; y esto porque han oído decir que el hombre tiene que renunciar al mundo, y deshacerse de las concupiscencias llamadas del cuerpo y de la carne, y que ha de vivir una vida espiritual, por cuyas cosas entienden que han de renunciar a las cosas del mundo que principalmente son riquezas y puestos de honor, de ir continuamente en piadosa meditación acerca de Dios, de la salvación, y de la vida eterna, y pasar su vida en oraciones, lectura del Verbo y de libros píos. Creen que esto es renunciar al mundo, y vivir en el espíritu y no en la carne. Pero la cosa es muy diferente, según me ha sido manifestado por abundante experiencia y por conversación con los ángeles; es más, los que renuncian al mundo y viven en el espíritu de esta manera se preparan para sí una vida triste, la cual no puede recibir el gozo celestial, puesto que la vida de cada uno le sigue y le espera; pero a fin de que el hombre pueda recibir la vida del cielo es preciso que viva la vida del mundo y en el mundo, y se ocupe allí en oficios y tratos, recibiendo entonces en sí, mediante la vida moral y civil, la vida espiritual; así y no de otra manera puede formarse en el hombre la vida espiritual, y prepararse su espíritu para el cielo; porque vivir una vida interior y no simultáneamente una vida exterior, es como vivir en una casa que no tiene fundamentos y a poco a poco se hunde, o en la que se abre rendijas y hendiduras; que vacila y cruje hasta que cae en ruinas.

  
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