De obras de Swedenborg

 

El Cielo y el Infierno #522

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522. Pero primero se dirá lo que es la Divina misericordia. La Divina misericordia es la pura misericordia para con todo el género humano para salvarlo, está asimismo presente con todo hombre, y nunca le abandona, por lo cual todo el que puede ser salvo, se salva; pero nadie puede ser salvo sino por medios Divinos, cuyos medios se hallan revelados por el Señor, en el Verbo. Los medios Divinos son los que se llaman las Divinas verdades; éstas enseñan como el hombre ha de vivir, a fin de poder salvarse. El Señor guía por medio de ellas al hombre al cielo, y le da mediante ellas vida celestial; esto hace el Señor con todos, pero no puede dar la vida del cielo más que a los que se abstienen de obrar el mal, porque el mal se opone. Por consiguiente, en la medida en que el hombre se abstiene de obrar el mal le guía el Señor por sus medios Divinos, por pura misericordia, y esto desde la infancia hasta el fin de su vida en el mundo, y luego eternamente, y esta es la Divina misericordia de que se trata. Es por esto claro que la misericordia del Señor es pura misericordia, pero no inmediata, es decir, no es así que salva a todos por beneplácito, cualquiera que haya sido la calidad de su vida.

  
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De obras de Swedenborg

 

El Cielo y el Infierno #545

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Capítulo 57 (EL INFIERNO): Ninguno es arrojado al Infierno por el Señor, esto lo hace el espíritu de cada cual

545. En algunos hombres ha prevalecido la opinión de que Dios aparta Su rostro del hombre, le rechaza y le echa de Sí al infierno; que se enfada con él a causa del mal, y algunos creen además que Dios castiga al hombre, infligiéndole penas. En esta opinión se confirman por el sentido literal del Verbo — adonde tales cosas se dicen — no sabiendo que el sentido espiritual del Verbo que explica el sentido literal es muy diferente; y que por lo tanto la verdadera doctrina de la iglesia, cuya doctrina es del Verbo enseña, de distinta manera, es decir, que Dios nunca aparta del hombre Su rostro ni le rechaza, ni echa a hombre alguno al infierno, ni se enfada. Esto siente también todo hombre de mente iluminada cuando lee el Verbo, meramente por esto de que Dios es el Bien mismo, el Amor mismo y la Misericordia misma, y que el Bien mismo no puede causar pena a nadie, ni el Amor mismo y la Misericordia misma rechazar de sí el hombre, puesto que esto es contrario a la naturaleza de la misericordia, y del amor, por consiguiente contrario a lo Divino mismo; por lo cual, los que piensan por una mente iluminada, mientras leen el Verbo, sienten distintamente que Dios nunca se aparta del hombre, y que puesto que no se aparta de él, usa con él bondad, amor y misericordia, es decir, que desea su bien, que le ama y tiene misericordia de él. A consecuencia ven también que el sentido literal del Verbo, en el cual se dicen tales cosas, encierra en sí un sentido espiritual, según el cual deben explicarse las cosas, que en el sentido literal se han dicho en una forma adaptada a la facultad intelectual del hombre, y según sus ideas primordiales y generales.

  
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