¿Cuánto podemos hacer?

Por (Traducido por computadora al Español)
     
paths in woods

¿Cuánto podemos influir en nuestro propio renacimiento espiritual?

En pocas palabras: mucho. En última instancia, nosotros decidimos.

El poder de actuar es algo así como la energía de un circuito eléctrico. Viene del Señor, y es el poder que creó todo, incluyendo el poder de actuar que tienen todas las criaturas vivientes. Estamos conectados a él, así que podemos HACER cosas.

¿Qué determina QUÉ hacemos con el poder al que estamos conectados? Tenemos dos "facultades": nuestra voluntad y nuestro entendimiento. Trabajan juntas. Ambas son mezclas interesantes.

Puedes ver estas dos facultades en los animales. Parte de su voluntad -lo que quieren, aman e intentan- es instintiva. Es innata. Y hasta cierto punto se puede moldear o entrenar. Las cosas que aman pueden cambiar, al menos un poco, en los animales superiores. Su comprensión también crece, de una base de conocimiento instintivo a un almacén de conocimiento aprendido. Los perros desarrollan amor por su gente y aprenden las palabras "galleta", "paseo", "coche", "siéntate", etc.

En los seres humanos, hay un salto discreto en estas facultades. Tenemos una vida espiritual entrelazada con nuestra vida física. Estamos conectados al circuito del "poder espiritual". Tenemos almas inmortales. Somos finitos, pero estamos hechos a imagen y semejanza de Dios.

El reto es que, con el poder espiritual, viene la responsabilidad espiritual. Cuando nacemos, cada uno de nosotros tiene su propia "personalidad", una mezcla única de voluntad y entendimiento: cosas que amamos y cosas que entendemos. Cuando somos recién nacidos, la mayoría de esas cosas están todavía en reposo, en potencia, sin desarrollar. Pero amamos a nuestros padres y madres, la leche, el calor y la seguridad, y sabemos cómo mamar y cómo llamar la atención.

Luego, a medida que crecemos, aprendemos muchas cosas y nuestros amores toman forma. No tardamos mucho en llegar a los "terribles dos años", en los que hacer las cosas "a mi manera" es algo habitual.

¿Cuánto albedrío tenemos?

En la enseñanza neocristiana, nuestro albedrío en la regeneración -el proceso de renacimiento y transformación espiritual- es significativo... pero siempre asociado al poder del Señor. El Señor nos llama al arrepentimiento y a una nueva forma de vida, como se ve en el llamado del Señor a arrepentirnos y creer en el evangelio (Marcos 1:15). Las doctrinas neocristianas aclaran además que, si bien el poder de regenerar verdaderamente proviene sólo del Señor, cada persona debe cooperar activamente mediante el arrepentimiento, rechazando los males como pecados y esforzándose por vivir de acuerdo con la verdad (La Verdadera Religión Cristiana 330, La Divina Providencia 148-151).

El Señor proporciona todos los medios -verdades, deseos de bien y fuerza espiritual-, pero nosotros tenemos la libertad de elegir si aceptamos, respondemos y actuamos. Debemos preparar el camino, enderezar las sendas y eliminar los obstáculos, pero la limpieza, la sanación y la capacitación para la vida espiritual son obra del Señor en nosotros (Lucas 4:18-19, Arcana Coelestia 8388, 8393). Esto refleja los ejemplos de cuando la gente se acercaba al Señor en busca de curación; su iniciativa era esencial, pero la curación en sí venía de Él.

La regeneración es una asociación. Nuestro albedrío se ejerce al elegir libremente volvernos al Señor, resistirnos a los males y vivir de acuerdo con la verdad, pero la transformación de nuestra vida interior viene del Señor trabajando en nosotros y con nosotros, sólo con nuestra cooperación voluntaria (Amor y Sabiduría Divinos 114, La Divina Providencia 99). Incluso el poder de accionar el interruptor, de abrir la puerta, viene del Señor.

Tomamos la decisión, aprovechamos el poder, pulsamos el interruptor, y el Señor entra. Pero somos inconstantes. Unos minutos más tarde, nuestro egoísmo vuelve a la carga, y cerramos la puerta. Y entonces algo nos mueve a una parte mejor de nuestra naturaleza, y la volvemos a abrir. Una y otra vez. Gradualmente, con el tiempo, tenemos una tendencia a largo plazo hacia el bien o el mal, y nuestro amor dominante se afianza. Pero incluso si tendemos hacia el mal, el poder de dar un giro a nuestras vidas sigue ahí, a nuestra disposición si lo buscamos.

"He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo". Apocalipsis 3:20.