Sabiduría Angélica Sobre El Divino Amor y La Divina Sabiduría #340

Por Emanuel Swedenborg

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340. (iii.)Hay un influjo continuo del mundo espiritual en el mundo natural. El que ignora que hay un mundo espiritual, distinto del natural, como es lo primero de lo último, o la causa de la cosa causada, no puede conocer nada de esta influencia; y la ignorancia de esto en los que han escrito acerca del origen de los vegetales y animales, los ha impelido a adscribir el origen de ellos a la naturaleza; o si lo atribuyen a Dios, lo hacen sólo porque Dios ha implantado en la naturaleza, desde el principio, el poder de producir tales cosas, ignorando que no hay fuerza implantada en la naturaleza; porque la naturaleza es en sí misma muerta, y no contribuye más a la producción de tales cosas, que un instrumento a la obra de un artista; el instrumento no puede hacer nada por sí mismo, sin la constante aplicación del poder que lo mueve. El elemento espiritual, que se origina en el Sol en donde está el Señor, y procediendo hasta lo último en la naturaleza, lo que produce las formas vegetales y animales, que exhiben las cosas maravillosas que todas ellas contienen y que las envuelven con la materia sólida de la tierra, para hacerlas fijas y durables. Pero, porque se ignora que hay un mundo espiritual y un elemento espiritual que existe por el Sol en donde está el Señor, y porque es del Señor, y que mueve a la naturaleza a la acción, como lo vivo mueve a lo muerto; y además, que las mismas cosas existen en aquel mundo que en el mundo natural; aparecerá que los vegetales y animales pueden originarse solamente en aquel mundo por el Señor, y que por medio de Él existen perpetuamente; y que hay un influjo continuo del mundo espiritual en el natural. El hecho se comprenderá ampliamente en el siguiente artículo. Las cosas nocivas se producen en la tierra por influjo del infierno; esta es la misma ley del permiso por el cual los males mismos fluyen del infierno en el hombre; esta ley se explica en la obra “Sabiduría Angelical respecto de la Providencia Divina”.

  
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Traducido por el Dr. Calleja al español de la traducción al inglés por el Rev. John Whitehead. Transcrito y revisado por David Simpson, y también revisado por Daniel Calvo, y por los reverendos Andrew Heilman y Johnny Villanueva.