De obras de Swedenborg

 

El Cielo y el Infierno #536

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Capítulo 56 (EL INFIERNO): El Señor gobierna los infiernos

536. En lo precedente, que trata del cielo, se ha manifestado abundantemente que el Señor es el Dios del cielo (especialmente (n.2-6), que por consiguiente todo gobierno del cielo pertenece al Señor, y puesto que la relación del cielo con el infierno y del infierno con el cielo es como la relación entre dos cosas contrarias, que mutuamente se hacen oposición, de cuya acción y reacción resulta el equilibrio en el cual subsisten todas las cosas, es preciso, a fin de que todas cosas y cada una en particular se mantengan en equilibrio, que Él que gobierna (este) también gobierne (aquel), porque de no mantener dentro de límites un mismo Señor las agresiones del infierno y moderar las locuras allí, desaparecería el equilibrio y con el equilibrio el todo.

  
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De obras de Swedenborg

 

El Cielo y el Infierno #2

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Capítulo 1 (EL CIELO): El Dios del Cielo es el Señor

2. Lo primero será saber quien es el Dios del cielo, puesto que de ello dependen las demás cosas. En el cielo entero sólo el Señor es reconocido por Dios del cielo y ningún otro. Allí dicen, como Él mismo enseñó:

Que Él es uno con el Padre; que el Padre es en Él y Él en el Padre; que quien ve a Él, ve al Padre y que todo lo Santo procede de Él (Juan 10:30, 38; 14:9-11; 16:13-15).

He hablado varias veces con los ángeles sobre este particular, y siempre han dicho, que en el cielo no se puede partir lo Divino en tres, porque saben y sienten que la Divinidad es única, y que es única en el Señor. También han dicho, que los de la iglesia que llegan del mundo, teniendo la idea de tres Divinidades (Divinas Personas), no pueden ser admitidos en el cielo, puesto que su pensamiento pasa continuamente de uno a otro, y allí no es permitido pensar tres y decir uno; porque cada uno en el cielo habla por el pensamiento, siendo así que allí el hablar es pensar, o sea el pensar es hablar, por lo cual los que en el mundo han dividido la Divinidad en tres, formándose separada idea de cada uno, y no habiéndolos reunido y concentrado en el Señor, no pueden ser recibidos, porque en el cielo tiene lugar una comunicación de todo pensamiento; por lo cual si allí entrase alguien que pensara tres y dijera uno, sería en seguida descubierto y rechazado. Pero hay que saber que todos aquellos que no han separado la verdad del bien, o sea la fe del amor, al ser instruidos en la otra vida, reciben el celestial concepto del Señor de que Él es el Dios del universo. Otra cosa sucede con los que han separado la fe de la vida, es decir, los que no han vivido conforme a los preceptos de la verdadera fe.

  
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