De obras de Swedenborg

 

El Cielo y el Infierno #396

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396. Todo goce viene del amor, porque todo cuanto el hombre ama, siente como gozo. Ninguno tiene gozo de otro origen. Los goces del cuerpo o de la carne nacen todos del amor a sí mismo y del amor al mundo; de allí vienen también las concupiscencias y placeres derivados de ellas; los goces del alma o del espíritu, por otra parte, provienen del amor al Señor y del amor al prójimo; de allí son asimismo las inclinaciones al bien y a la verdad y las felicidades interiores. Estos amores con sus goces influyen del Señor y del cielo por vía interior, o desde arriba, y afectan las cosas interiores; pero los otros amores con sus goces influyen de la carne y del mundo por vía exterior, o sea desde abajo, y afectan las cosas exteriores. Por lo tanto, en la medida en que son recibidos los amores celestiales y afectan, se abren las cosas interiores, que son las del alma o del espíritu y, miran desde el mundo arriba hacia el cielo, pero en la medida en que se reciben los amores del mundo y afectan, se abren las cosas exteriores, que son las del cuerpo o de la carne, y se apartan del cielo, mirando al mundo. Según y conforme influyen y son recibidos los amores, influyen también sus goces; los goces del cielo en las cosas interiores, los goces del mundo en las exteriores, porque todo goce pertenece a su amor, según se ha dicho antes.

  
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De obras de Swedenborg

 

El Cielo y el Infierno #78

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Capítulo 11 (EL CIELO): De la Divina Humanidad del Señor es de donde el Cielo, como un todo y una parte, se refleja en el hombre

78. Que el cielo en su totalidad y en sus partes representa a un hombre, lo cual es por virtud de lo Divino-Humano del Señor, sigue como conclusión de todo cuanto en los artículos precedentes se ha expuesto y manifestado. En los precedentes artículos ha sido expuesto:

(i) que el Señor es el Dios del cielo;

(ii) que lo Divino del Señor hace el cielo;

(iii) que el cielo consta de innumerables sociedades;

(iv) que el cielo en su conjunto representa a un solo hombre;

(v) que cada sociedad en el cielo igualmente representa a un hombre;

(vi) que por ello todo ángel tiene perfecta forma humana.

Todo esto conduce a la conclusión que lo Divino, puesto que constituye el cielo, es Humano en su forma. Que esto es lo Divino-Humano del Señor puede verse aun más claro por las referencias a "Arcana Coelestia" que en el apéndice son consignadas y reunidas en compendio. Que lo Humano del Señor es Divino y no como se cree en la iglesia que lo humano del Señor no es Divino, puede también verse por estos extractos, así como por la Doctrina de la Santa Jerusalén, al final donde se trata del Señor.

  
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