El Cielo y el Infierno #304

Por Emanuel Swedenborg

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304. El hombre ha sido creado de manera a poder con el Señor tener conexión y conjunción, pero con los ángeles tan sólo asociación. La razón por la cual con los ángeles no puede tener conjunción, sino tan sólo asociación, es que el hombre es por creación como el ángel en cuanto a sus cosas interiores, que son de la mente, porque el hombre tiene una voluntad parecida a la del ángel y parecido entendimiento; es por esto que el hombre, después de la muerte, si ha vivido conforme el Divino orden, llega a ser ángel, y que entonces tiene igual sabiduría que los ángeles: por lo cual, cuando se dice conjunción del hombre con el cielo, se entiende su conjunción con el Señor, y asociación con los ángeles, porque el cielo no es cielo por lo propio de los ángeles, sino por lo Divino del Señor. Que lo Divino del Señor hace el cielo se puede ver arriba (n. 7-12). El hombre tiene además lo que los ángeles no tienen, que no tan sólo se halla, en cuanto a sus cosas interiores, en el mundo espiritual, sino al mismo tiempo, en cuanto a sus cosas exteriores, también en el mundo natural; sus cosas exteriores que están en el mundo natural son todo cuanto pertenece a su memoria natural o exterior, y que por lo tanto pertenece al pensamiento y a la imaginación; en general conocimientos y saberes con sus goces y placeres, en cuanto tengan sabor del mundo, y también varios deleites que pertenecen a las cosas sensuales del cuerpo; además los sentidos, el habla y las acciones. Todas estas cosas son también las cosas más exteriores, en las cuales termina el influjo Divino del Señor, porque este influjo no separa en el medio sino continúa hasta sus últimas cosas; puede por esto ser claro que en el hombre está lo último del Divino orden y por ser lo último es asimismo la base y el fundamento. Puesto que el influjo Divino del Señor no se detiene en el medio, sino continua hasta sus últimas cosas, como queda dicho, y puesto que el medio que atraviesa es el cielo de los ángeles, y lo último está en el hombre, puesto también que nada hay incomunicado, sigue que la conexión y conjunción del cielo con el género humano es tal que lo uno subsiste por lo otro, y que el género humano sin el cielo sería como una cadena sin gancho, y el cielo sin el género humano sería como una casa sin fundamento.

  
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