Génesis 2:22

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22 y edificó el SEÑOR Dios la costilla que tomó del hombre, en mujer, y la trajo al hombre.


Kommentar zu diesem Vers  

Durch Brian David (maschinell übersetzt in Español)

The Creation of Eve, as depicted on the ceiling of the Sistine Chapel, part of Michelangelo’s masterpiece.

El Señor es la vida misma. Nosotros somos receptores de vida. Damos a la vida formas únicas debido a nuestras formas únicas como receptores, y a través del libre albedrío podemos elegir cuán plenamente recibiremos la vida. Pero no tenemos vida propia. De esto se deduce que cuanto más nos volvamos hacia el Señor y recibamos la vida, más vivos estaremos; y cuanto más nos alejemos, más muertos estaremos. También se deduce que creer que la vida es nuestra -con todos los amores, los pensamientos y el poder que conlleva- es en realidad la antítesis de la vida.

Este es el estado de los que están en los infiernos más profundos, que rechazan todo del Señor, incluso su existencia, y reclaman toda la vida como propia. De hecho, sólo están vivos porque el Señor les obliga a vivir en la cantidad necesaria para mantener la existencia.

Esto es, en cierto sentido, lo que representa la costilla, que es humana y está viva, pero sólo de la manera más limitada. Cuando el pueblo de la Iglesia más antigua (Adán) quiso conducirse y sentir la vida como propia, el Señor tuvo que utilizar ese aspecto más muerto de ellos para concederles su deseo. Tuvo que utilizar ese hueso, que representa nuestro potencial más infernal, lo que seríamos si rechazáramos completamente al Señor.

Pero entonces el Señor hizo algo milagroso. Convirtió ese hueso en carne viva, en una nueva persona: la mujer Eva. Esto representa que el Señor construyó ese aspecto más muerto, más infernal de nosotros, en algo que sintiera la vida como propia, pero que pudiera reconocer que la vida en realidad venía del Señor, y pudiera así ser de nuevo un recipiente de vida. No era tan puro como antes; la gente ya no podía comunicarse directamente con el Señor. Pero, en cambio, tenían lo que querían: un sentido del yo.

Los Escritos llaman a esto -tanto a la costilla como a la mujer- con la palabra latina proprium, que significa esencialmente "como de sí mismo". La costilla representa el proprium por sí mismo, que es infernal. La mujer representa el proprium dado a la vida por el Señor.