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El Cielo y el Infierno # 292

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292. Con todo hombre hay espíritus buenos y espíritus malos; mediante los espíritus buenos tiene el hombre conjunción con el cielo, y mediante los malos con el infierno. Estos espíritus están en el mundo de los espíritus, el cual se halla en el medio entre el cielo y el infierno, de cuyo mundo se tratará especialmente más adelante. Estos espíritus, al venir al hombre, entran en toda su memoria y así en todos sus pensamientos; los espíritus malos en la memoria y los pensamientos que son malos, pero los espíritus buenos en la memoria y en los pensamientos que son buenos. Los espíritus no saben en manera alguna que se hallan con el hombre, pero cuando están allí creen que todo lo que es de la memoria y de los pensamientos del hombre es de ellos; tampoco ven al hombre, puesto que las cosas que están en nuestro mundo solar no se manifiestan a su vista.1 Con sumo cuidado, vela el Señor a que los espíritus no sepan que se hallan con el hombre, porque si lo supieren hablarían con él, y entonces los espíritus malos le perderían, porque los espíritus malos, puesto que tienen conjunción con el infierno, nada desean mejor que perder al hombre, no tan sólo en cuanto al alma, es decir, a la fe y al amor, sino también en cuanto al cuerpo. Otra cosa sucede cuando no hablan con el hombre; entonces no saben que son del hombre las cosas que piensan y las que entre sí hablan; porque entre ellos hablan también por virtud del hombre; sino que creen que son de ellos, y cada uno estima y ama lo suyo. De esta manera los espíritus se hallan constreñidos a amar y apreciar al hombre por más que lo ignoren. Que tal es la conjunción de los espíritus con los hombres me consta por una continua experiencia de varios años, tan ciertamente que nada hay para mí más cierto.

  
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El Cielo y el Infierno # 246

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Capítulo 28 (EL CIELO): El habla de los ángeles con el hombre

246. Los ángeles que hablan con el hombre no hablan en la lengua suya sino en la lengua del hombre, y también en otras lenguas que el hombre comprende, pero no en lenguas que ignora. La causa es que los ángeles cuando hablan con el hombre se inclinan hacia él y se unen con él, y la conjunción del ángel con el hombre hace que ambos sean del mismo pensamiento, y puesto que el pensamiento del hombre adhiere con su memoria, de la cual sale el habla, se hallan ambos en la misma lengua. Además el ángel o espíritu, al venir al hombre y unirse con él por inclinarse a él, entra en toda su memoria, hasta tal punto que apenas sabe sino que tiene por sí mismo conocimiento de las cosas que el hombre conoce, así pues también las lenguas. Con los ángeles he hablado sobre este particular, y he dicho que acaso creen que hablan conmigo mi lengua maternal, puesto que así se percibe; que, sin embargo, no son ellos que hablan, sino yo, y que esto puede ser claro porque los ángeles no pueden pronunciar una sola palabra de una lengua humana (n.237); además la lengua humana es natural, mientras que ellos son espirituales, y los seres espirituales no pueden expresar cosa alguna de un modo natural. a esto han contestado que saben que su comunicación con el hombre con el cual hablan tiene lugar con su pensamiento espiritual; pero, puesto que este influye en su pensamiento natural y este coincide con su memoria, que por lo tanto la lengua del hombre les parece como suya propia y asimismo todo lo que hay en su saber, y que esto acontece, porque al Señor ha placido que haya tal conjunción, y, por así decir, inserción del cielo en el hombre; pero que el estado del hombre actualmente es diferente, de modo que no tiene ya lugar tal comunicación con ángeles, sino con espíritus que no están en el cielo. Con los espíritus he hablado también sobre el mismo particular pero estos no han querido creer que el hombre habla, sino ellos en el hombre; así como que el hombre no conoce las cosas que conoce, sino ellos, y que así todas las cosas que el hombre conoce son de ellos. He querido convencerles, mediante varias cosas, que no es así, pero en vano. Quienes se entienden por espíritus y quienes por ángeles se dirá en lo que sigue, donde trataremos del mundo de los espíritus.

  
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